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Producto Mínimo Viable (PMV): ¿Cómo implementarlo para asegurar el éxito de tu idea? (Parte 2)

Producto Mínimo Viable (MVP)

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Cuando trabajamos en el desarrollo de productos para terceros (por ejemplo, como agencia tecnológica con clientes no técnicos), a veces el mayor reto es convencer al cliente de los méritos de hacer un MVP primero. Muchos clientes pueden esperar que se desarrolle directamente el producto completo de sus sueños.

Buenas prácticas para “vender” el concepto de MVP a los clientes

¿Cómo presentamos el MVP como la estrategia adecuada sin que suene a recorte de calidad? Aquí van algunas buenas prácticas que hemos aprendido en Bitanube al comercializar frente a clientes y otros stakeholders:

Educar sobre el concepto y sus beneficios: Es fundamental explicar claramente qué es un MVP y por qué seguir ese enfoque beneficiará al proyecto del cliente. Evitemos la jerga: hablar en términos llanos de “probar primero en pequeño para asegurar que vamos en la dirección correcta”. Comparativas o metáforas ayudan (por ejemplo, contar la historia de cómo empresas líderes empezaron con MVPs muy simples y gracias a ello triunfaron). Resalta las ventajas para su negocio: menos inversión inicial, llegar antes al mercado, evitar construir algo que luego deban cambiar totalmente, etc. Cuando el cliente entiende que un MVP no es hacer menos por hacer menos, sino una estrategia inteligente para lograr un mejor producto final, suele mostrarse más receptivo.

Alinear el MVP con los objetivos del cliente: Debemos dejar claro que el MVP se diseña pensando en el éxito del proyecto del cliente. Por ejemplo, si el objetivo del cliente es atraer inversores pronto, explícale que desarrollar un MVP rápido le permitirá mostrar tracción real en poco tiempo​. Si lo que quiere es probar un mercado nuevo sin arriesgar su marca, destaca que un MVP puede lanzarse con una audiencia limitada precisamente para testar la aceptación con bajo perfil. En cada caso, conecta los puntos entre lo que el cliente valora y cómo el MVP lo facilita. Así, el concepto se vuelve relevante y no un “capricho metodológico” nuestro.

Presentar el MVP como un plan con fases, no como un producto incompleto: Una técnica útil es enmarcar el desarrollo en etapas. Por ejemplo: Fase 1 = MVP (con sus objetivos específicos), Fase 2 = iteración con mejoras X e Y, Fase 3 = producto completo con características adicionales. De este modo, el cliente visualiza que no está renunciando a nada, solo está ordenando el trabajo de forma que primero se valida lo esencial y luego se construye el resto con mayor seguridad. Un roadmap estimativo ayuda a que el cliente vea el panorama completo. También es importante recalcar: “El MVP será un producto funcional que podremos poner en manos de usuarios reales”, para que no lo confunda con un simple prototipo interno.

Involucrar al cliente en el proceso: Un cliente que participa se convierte en aliado del MVP. Invítalo a ser parte de las pruebas piloto, a revisar las primeras versiones, a iterar junto al equipo. Por ejemplo, en Bitanube solemos hacer demostraciones frecuentes al cliente durante el desarrollo del MVP, mostrando progresos y obteniendo su feedback. Esto le da visibilidad y control. Cuando el cliente ve el MVP tomando forma y puede opinar, entiende mejor su propósito. Además, al sentirse escuchado, confiará más en que el resultado (aunque mínimo) reflejará sus ideas esenciales. Transparencia y colaboración son claves: se comparten métricas iniciales, aprendizajes de usuarios beta, etc., casi como si el cliente fuera parte del equipo de producto.

Mostrar ejemplos exitosos y casos de uso: Nada convence más que las historias de éxito. Comparte casos (genéricos o de dominio público) en los que un MVP fue decisivo. Por ejemplo, comentar cómo Dropbox validó su idea con un simple video antes de desarrollar la plataforma​, o cómo Airbnb empezó con una página web rudimentaria alquilando un colchón inflable y testeó así el interés del mercado​. Estos ejemplos ilustran que no es teoría: es una práctica probada en la industria. Incluso dentro de tu propia experiencia, si tienes proyectos donde el MVP ahorró costes o descubrió requisitos importantes, puedes mencionarlos (sin necesidad de revelar información confidencial). El cliente verá que el enfoque MVP tiene antecedentes reales de éxito.

Enfatizar que “mínimo” no significa “de mala calidad”: A algunos clientes la palabra “mínimo” les genera duda, pensando que les proponen algo de baja calidad. Aclaremos que viable es igual de importante que mínimo: el MVP será limitado en alcance, pero bien hecho en su núcleo, pensado para que los primeros usuarios queden satisfechos en lo esencial. Podemos acuñar términos como “versión piloto” o “versión inicial” en la conversación si eso ayuda, pero siempre dejando claro que el estándar de calidad básica estará asegurado. Por ejemplo, asegurar que aunque la app MVP tenga solo 3 funciones, tendrá una interfaz limpia y será estable. Así el cliente entiende que no comprometeremos su imagen por salir rápido; cuidaremos la experiencia dentro de lo acotado.

Cumplir y no prometer más de la cuenta: Desde el inicio se honesto sobre lo que el MVP incluirá y lo que no. Documentarlo, como mencionamos, ayuda. Evita prometer resultados espectaculares inmediatos con el MVP; en su lugar, define metas realistas (p.ej., “medir interés en X segmentos” más que “ganar 1000 clientes”). Si gestionamos bien esas expectativas y luego el MVP logra esos hitos modestos, el cliente verá el valor. Por el contrario, si vendemos el MVP como si fuera a resolverlo todo mágicamente, generaremos frustración. Mejor subrayar que el MVP es una apuesta controlada para aprender, cuyos hallazgos conducirán al verdadero éxito en fases posteriores.

Resaltar el soporte y acompañamiento: Muchos clientes se convencen cuando sienten que no se les dejará solos tras el MVP. Es decir, transmitir que el MVP es parte de un proceso donde estaremos ahí para luego escalar el producto con lo aprendido. En Bitanube, por ejemplo, dejamos claro que tras lanzar el MVP, analizaremos juntos los resultados y planearemos las siguientes iteraciones. De ese modo, el cliente entiende que el MVP no es un fin, sino el comienzo del camino, y que contará con expertos a su lado para continuar el desarrollo. Esto le da tranquilidad de que el proyecto seguirá avanzando hacia su visión completa.

Siguiendo estas prácticas, hemos logrado que muchos clientes abracen el enfoque MVP y queden contentos con el proceso. La clave está en la comunicación: un MVP bien explicado se percibe como un movimiento estratégico inteligente, mientras que uno mal comunicado puede verse como una entrega incompleta. En última instancia, cuando el cliente comprueba que el MVP le ahorró dinero, tiempo y le dio claridad sobre su producto, se vuelve el mayor defensor de este enfoque.

Ejemplos famosos de MVP en acción

Para aterrizar todo lo anterior, veamos algunos ejemplos reales y conocidos de productos digitales que comenzaron como MVP sencillos:

Dropbox: Antes de escribir una sola línea de código compleja, Dropbox lanzó un video explicativo que simulaba cómo funcionaría su servicio de almacenamiento en la nube. Ese video fue su MVP: permitió validar el interés de los usuarios (miles se suscribieron anticipadamente) sin haber desarrollado aún la plataforma​. Solo tras ver esa demanda real, construyeron el producto completo.

Logotipo de Airbnb

Uber: El MVP de Uber fue muy limitado geográficamente y en funcionalidad. Lanzaron una app básica solo disponible en una ciudad (San Francisco), que simplemente conectaba a unos pocos conductores con usuarios para pedir un viaje​. No había funcionalidades sofisticadas, solo lo esencial para reservar un auto mediante el teléfono. Esa prueba local permitió a Uber ajustar su modelo de negocio y experiencia antes de expandirse a otras ciudades.

Logotipo de X

Amazon: Aunque hoy vende de todo, Amazon inició como un MVP enfocado en un solo tipo de producto: libros. Jeff Bezos lanzó una web modesta que permitía buscar libros y comprarlos online. En lugar de desarrollar una gran infraestructura de inventario, al principio simplemente hacía pedidos a distribuidores cuando alguien compraba un libro y lo enviaba manualmente. Esta estrategia comprobó rápidamente que había apetito por comprar libros por Internet, antes de escalar a otras categorías.

Logotipo de Instagram
Logotipo de Dropbox

Airbnb: Los fundadores de Airbnb probaron su idea de negocio de la forma más básica. Montaron una simple página web y pusieron en alquiler un colchón inflable en el salón de su apartamento para asistentes a una conferencia en su ciudad. Con esa página sencilla y su propio piso como primer “producto”, validaron que personas desconocidas estaban dispuestas a pagar por alojarse en casa de alguien​. Ese experimento exitoso confirmó la viabilidad de la idea antes de invertir en una plataforma más robusta.

Logotipo de Uber

X: X (anteriormente, Twitter) surgió como un proyecto experimental dentro de una empresa podcast (Odeo). Su primera versión MVP era interna: una herramienta para que los empleados compartieran mensajes cortos entre sí. Viendo la adopción interna, lo lanzaron al público de forma muy básica, solo permitiendo enviar textos de 140 caracteres y seguir a usuarios​. Con el uso real, fueron iterando y añadiendo funciones (retuits, hashtags, etc.) con el tiempo. Pero inicialmente, X era minimalista al extremo, lo justo para comprobar que la idea de microblogging enganchaba.

Logotipo de Amazon

Instagram: La popular app de fotografía nació de simplificar un producto más complejo. Originalmente, sus creadores trabajaban en una app llamada Burbn que tenía muchas funciones (check-ins, planificar quedadas, compartir fotos). Notaron que lo más usado era la parte de fotos, así que pivotaron a un MVP enfocado solo en filtros y compartición de fotos​. La primera versión de Instagram hacía básicamente eso: subir foto cuadrada con filtro vintage. No tenía mensajes privados, ni historias, ni video, ni todas las funciones que hoy conocemos – solo lo esencial que los usuarios querían en ese momento​. Ese enfoque láser en una función central fue un éxito rotundo y atrajo millones de usuarios, permitiéndoles luego añadir más capacidades.

Estos ejemplos demuestran cómo un MVP bien planteado puede ser la semilla de productos millonarios. En cada caso, los fundadores evitaron construir funcionalidades complejas de inicio; prefirieron lanzar algo pequeño, validar con usuarios reales y aprender de ellos. Una vez que el MVP confirmó que la idea era buena (o reveló qué ajustar), pudieron evolucionar el producto con mucha más certeza.

MVP como pilar de una estrategia de producto exitosa

El Producto Mínimo Viable se ha consolidado como una herramienta fundamental en el desarrollo de productos digitales modernos. Su fortaleza radica en cambiar el enfoque tradicional: en lugar de invertir gran cantidad de tiempo y dinero en un producto completo basado en suposiciones, se apuesta por salir cuanto antes a la realidad para obtener datos concretos y feedback de usuarios auténticos​. Esto permite tomar decisiones informadas: acelerar si todo va bien, corregir el rumbo (pivotar) si es necesario, o incluso abandonar a tiempo una idea que el mercado no valida​, evitando así pérdidas mayores.

En este recorrido hemos visto qué es un MVP, sus ventajas de validación temprana, ahorro de recursos e iteración continua, así como los retos que conlleva y cómo superarlos. También repasamos cómo definir el alcance correcto y la importancia de comunicar eficazmente el concepto a todos los involucrados. Lejos de ser un simple término de moda, el MVP representa una filosofía de trabajo centrada en el aprendizaje y la adaptación constante. Cuando se implementa adecuadamente, se convierte en un pilar para construir productos exitosos en entornos inciertos.

En Bitanube hemos comprobado una y otra vez el poder de este enfoque. Desde startups con ideas innovadoras hasta empresas consolidadas que lanzan nuevas plataformas, guiar el proceso mediante un MVP nos ha permitido maximizar las probabilidades de éxito de nuestros clientes. Al final del día, un MVP no garantiza automáticamente el triunfo de un producto, pero sí evita muchos fracasos al revelar temprano qué funciona y qué no​. Es, en esencia, un seguro de aprendizaje.

Para cualquier equipo o empresa interesada en desarrollar productos digitales, abrazar la mentalidad MVP es casi un paso obligado en la actualidad. Significa adoptar una postura humilde frente al mercado (reconocer que no tenemos todas las respuestas de antemano) y a la vez valiente (atreverse a lanzar algo incompleto para aprender). Con buenas prácticas, el apoyo de expertos experimentados –como el equipo de Bitanube– y la voluntad de iterar, el MVP se convierte en la base sobre la cual las ideas se transforman en productos exitosos. ¿Listo para convertir tu idea en un MVP y llevarla al mundo real? ¡Atrévete a dar el primer paso mínimo viable y descubre todo lo que puedes aprender!​

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