Es innegable la importancia de la formación, sin embargo, en la práctica esta no se da con la frecuencia deseada.
¿Cuál es la razón detrás de esta brecha en la formación continuada?
Básicamente, existen dos opciones: los empleados se forman por sí mismos o la empresa promueve su formación.
Comprender por qué algunos empresarios dudan en fomentar la formación continua requiere vivir la experiencia de ser empresario. Quienes han tenido responsabilidad sobre equipos entienden rápidamente el dilema.
La formación continua: una inversión con riesgos, pero necesaria
¿Vale la pena invertir en formación?
¿Es seguro que la inversión en formación traerá beneficios tangibles? ¿Cuál es la raíz del problema de la falta de formación? ¿Representa un riesgo significativo para un beneficio intangible? La respuesta a la primera pregunta es un rotundo no. Nadie puede garantizar resultados, aunque tenga sentido teórico.
En cuanto a la segunda: si la empresa ha funcionado hasta ahora, ¿es realmente necesario cambiar? Y probablemente, la tercera tenga una respuesta afirmativa.
La formación es necesaria, pero no siempre visible
La formación es necesaria, aunque su importancia varía según el tipo de empleo. Todos hemos notado la cantidad de títulos que médicos u odontólogos exhiben, lo cual nos genera confianza.
Contratar recién graduados puede funcionar, pero sin formación continua, la empresa queda desactualizada y entra en desfase.
¿Cuál es la solución?
El compromiso del empleado es clave. Ningún empresario invertirá si no hay una relación de confianza. Al final, el beneficio directo es del trabajador, no de la empresa… salvo que el empleado quiera aportar. Incluso si se aplicara lo aprendido, las dudas persistirían. Entonces, ¿qué alternativas tenemos?
Nuestra decisión: asumir el riesgo
En nuestro caso, apostamos por la formación gracias a una relación sólida con nuestro equipo. Preferimos asumir el riesgo antes que perder competitividad. Tanto el empresario como el trabajador enfrentan un reto real. Estudiar después de 8 horas de trabajo no es fácil, especialmente en el contexto actual.
¿Contratar talento o formar al propio?
La mejora continua es fundamental. Contratar a los mejores perfiles tiene un coste, pero incluso ellos deben seguir aprendiendo. Formar al propio equipo puede ser más rentable a largo plazo. Los empresarios viven en una constante presión, y esta es otra decisión a afrontar con estrategia.
Ejemplo claro: el restaurante
¿Volveríamos a un restaurante que no aplica nuevas técnicas de cocina si al lado hay otro más actualizado? Tarde o temprano, lo cambiaríamos. Como clientes, buscamos lo mejor, y queremos innovación por nuestro dinero. La comodidad y la repetición pierden valor frente a la mejora continua y la eficiencia.
Nuestra visión en Bitanube
Este post explica por qué en Bitanube apostamos por la formación. Es una inversión arriesgada, sí, pero no hacerlo nos lleva a la obsolescencia. Desarrollamos aplicaciones web avanzadas. No tiene sentido ofrecer lo mismo que hace 5 o 7 años si el equipo no actualiza sus conocimientos.
Formarse ahorra tiempo y errores
Formarse es aprender de la experiencia ajena. No invertir en formación significa que serán los clientes quienes sufran nuestros errores. Y eso también lo sufre la empresa y más aún el propio empleado. Un trabajador que aprende solo a base de errores no puede disfrutar de su trabajo. Y disfrutarlo es imprescindible.
Sí, la formación puede perderse si el empleado se marcha. Pero es un riesgo asumible. Lo ideal es formar a empleados de confianza, con tiempo en la empresa. Aun así, nada garantiza su permanencia. Para ello existen contratos de compromiso, pero lo más importante es una relación saludable empresa-empleado.
Formar es apostar por el futuro
Apostar por la formación continua es apostar por la empresa. Animamos a seguir aprendiendo, a mejorar nuestros servicios y a fortalecer la satisfacción del equipo y la de nuestros clientes.